Intoxicación por listeriosis: Alimentos que pueden provocarla

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La listeriosis es una infección causada por la bacteria Listeria monocytogenes. La infección se produce a través del consumo de alimentos contaminados por esta bacteria presente en el agua, en la tierra y en el intestino de algunos animales. Aunque afortunadamente su incidencia es baja, no conviene subestimar sus síntomas cuando aparecen en personas con el sistema inmunitario débil, con trastornos crónicos como diabetes, cirrosis o tumores o en el caso de las mujeres embarazadas, ya que pueden trasmitir las listeriosis al recién nacido, haciéndolos más vulnerables a padecer meningitis. Los síntomas más comunes son fiebre, diarrea y dolores musculares, aunque hay que señalar que también puede ser asintomática. Controlar los alimentos que pueden provocarla es una medida preventiva básica.

Alimentos de riesgo
Entre los alimentos con los que hay que extremar las precauciones se incluyen determinadas frutas y verduras, como el melón o las coles de Bruselas, así como la carne de cerdo o el pescado y ahumados (trucha, salmón, atún, bacalao…). En cuanto a los productos cárnicos, hay que tener cuidado con los embutidos, salchichas y fiambres, así como con los quesos blandos y los de pasta enmohecida.

Otros alimentos que pueden provocarla es la leche tomada cruda o las recetas que incluyen este alimento como ingrediente. Los productos lácteos, siempre pasteurizados. Además de con la pasteurización, las altas temperaturas también acaban con la bacteria de la listeria, pero cuando no se pueden cocinar o tenemos dudas, lo mejor es evitar tomar estos alimentos.

Entre los factores que favorecen la proliferación de la bacteria se incluyen la propia composición de los alimentos (agua, azúcar o niveles de acidez), el tipo de envase del alimento, la temperatura de conservación y la fecha de caducidad.

Medidas preventivas
Hay otros sencillos gestos que podemos adoptar para prevenir la infección por listeria:

  • Consumir lo antes posible los alimentos precocinados y comprobar la fecha de caducidad.
  • Lavarse las manos con agua y jabón después de manipular o cocinar cualquier alimento fresco, así como la vajilla, cubiertos y tabla de cortar por si hubiera quedado cualquier bacteria.
  • Limpiar de manera regular el frigorífico.
  • Lavar las frutas y verduras crudas antes de comerlas.
  • Cocinar bien los alimentos, sobre todo cuando se tarta de carnes y pescados.

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