Hidratación: ¿Cuáles son nuestras necesidades? Cuidar la hidratación es esencial para la salud y el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Pero, ¿qué factores influyen en una correcta hidratación, ¿cómo saber qué cantidades de líquidos debemos tomar para que nuestro organismo funcione como un reloj? En la hidratación no solo influyen los alimentos y bebidas de la dieta, sino que las necesidades de líquidos también varían en función de la edad, el tipo de actividad física que realicemos, el género, el estado de salud e, incluso, los factores ambientales (temperatura, humedad).
Una buena hidratación comienza por beber agua o líquidos no solo cuando tenemos sed. Cuidar nuestra hidratación es tan importante como cuidar lo que comemos. De hecho, cabe recordar, tal y como subrayan los especialistas en nutrición e hidratación, que los aportes dietéticos diarios deben proceder tanto de los alimentos como de las bebidas. Todo aquel alimento o bebida (excepto las bebidas alcohólicas) que contengan más de un 80% de agua se puede decir que tiene la capacidad de hidratar, de aportar líquido a nuestro organismo. Entre los alimentos considerados más hidratantes se encuentran las frutas y las verduras (frutas como las naranjas, melones, sandías, pomelos, uvas, peras o fresas; y entre las verduras y hortalizas destacan la calabaza, el pepino, el tomate o la berenjena).
Con la inclusión de este tipo de alimentos en la dieta no solo reforzamos la base de la alimentación saludable, sino también estamos ayudando a nuestro organismo a estar mejor hidratado. Pero, además del agua que nos aportan los alimentos, en la dieta debemos incluir, por norma, la ingesta de una media de un litro y medio o dos de agua al día, sobre todo entre los más jóvenes, las mujeres embarazadas y las personas mayores, las cuales además de perder la sensación del gusto, con la edad, también pueden correr el riesgo de perder la sensación de tener sed.
Una correcta hidratación incluye garantizar las cantidades necesarias de líquidos al organismo, así como de equilibrar las pérdidas y las ingestas que se realizan a lo largo del día. Aunque en ocasiones lo olvidemos, tan importante como llevar una dieta sana y variada en la elección de alimentos, también forma parte de los hábitos saludables el cuidar nuestra hidratación y la práctica de ejercicio físico.
Deshidratación: Riesgos
Entre otros, la deshidratación puede tener efectos sobre nuestro organismo provocando sensación de fatiga, confusión, problemas de sueño o un mayor riesgo de tropiezos o caídas. Además, una incorrecta hidratación también puede ser la causa de una infección urinaria, de la aparición de cálculos renales, dolores de cabeza, problemas dentales, problemas intestinales (estreñimiento) o alteraciones broncopulmonares.
La deshidratación no es un síntoma menor, todo lo contrario. En caso de que se produzca una falta de líquidos severa en nuestro organismo esto puede desembocar en un colapso, con riesgo de fallecimiento si no se actúa a tiempo. No ingerir líquidos durante más de doce horas puede desencadenar dolor de cabeza o migraña. Precisamente, las personas que padecen episodios de cefaleas, con una buena hidratación, pueden reducir su intensidad y su duración.