Estrés emocional: síntomas o manifestaciones típicas de un estado que puede afectar tanto al plano físico como al psicológico. Hay que distinguir entre un episodio pasajero de ansiedad o de cansancio, y que puede remitir de forma espontánea, por ejemplo, los preparativos de una boda o un cambio de casa o de trabajo, con una situación permanente que, progresivamente, afecta tanto a la calidad física y psíquica como al desarrollo de los actos cotidianos de nuestra vida. Prevenir es salud, una máxima que en el caso del estrés adquiere todo su sentido.
El estrés es una patología cada vez más presente entre la población. De hecho, según los datos aportados en el último Simposio sobre Medicina Biorreguladora (entre la homeopatía y la medicina tradicional), el estrés afecta a una de cada seis personas.
El estrés emocional aparece ante una situación o cambio en nuestras vidas que no podemos controlar o que creemos que no vamos a poder salvar. Este tipo de estrés conlleva una percepción negativa de nuestras capacidades para afrontar los problemas, por ejemplo, ante una ruptura de pareja o ante la muerte de un familiar. El estrés emocional también puede estar relacionado con el trabajo, aunque no hay que confundirlo con el estrés laboral. El estrés emocional, en estos casos, puede deberse a tener que realizar tareas que no nos gustan.
Los síntomas que afectan al estado emocional son:
- Ansiedad
- Accesos de pánico o temor.
- Irritabilidad, problemas de concentración y memoria.
- Desorientación.
- Dificultad para reír
- Ausencia de deseos para emprender nuevos proyectos o sensación de incapacidad para llevarlos a buen término
- En el plano físico, el estrés emocional también puede provocar dolores de cabeza, trastornos de la piel (picores…), dolores musculares.
- Fatiga y dolores de espalda.
- También pueden aparecer episodios de insomnio, nerviosismo, aumento de los niveles de colesterol e hipertensión.
- En el caso de las mujeres, una situación prolongada de estrés puede provocar trastornos menstruales o una alimentación incorrecta por defecto o por exceso (anorexia o bulimia). De hecho, la tensión premenstrual o una menstruación dolorosa puede venir acompañada de un episodio de estrés.
Reconocer los síntomas es el primer paso para buscar un tratamiento adecuado y salir de esta situación. Si los síntomas no desaparecen, conviene consultar a un especialista.