El estrés puede pasar factura a la salud física y emocional, así que no conviene subestimarlo si notamos que empieza a formar parte de nuestra rutina. De hecho, podemos llegar a convivir con el estrés sin detenernos a pensar en la causa que lo provoca. Aunque pensemos que el estrés nos hace estar más despiertos, ese nivel de autoexigencia con nosotros mismos nos impide avanzar. Gestionar el estrés y canalizar las emociones está en nuestras manos, y podemos hacerlo siguiendo unas sencillas premisas tomadas del budismo, una filosofía de vida que enseña a mirar hacia nuestro interior, a estar plenamente presentes para ser más felices y más libres de tensiones.
Eres responsable de ti mismo
El estrés que sufrimos no es responsabilidad de los demás, sino de nosotros mismos, de cómo reaccionamos ante determinadas situaciones y de las decisiones que adoptamos. Tendemos a achacar la causa de nuestros problemas a los demás, esperando que sean ellos los que aporten una solución. Pero si aceptamos esta premisa, ser responsable de uno mismo, no dependeremos de los demás para aprender a gestionar el estrés. La motivación y la decisión para ser capaces de afrontarlo está en nuestro interior.
Centrarse en el aquí y ahora
Pensar demasiado en el futuro solo hará que nos perdamos el presente. El estrés en muchos casos viene motivado por la preocupación que nos genera el qué pasará o cómo evolucionará una determinada situación. Esto solo nos roba energía. Los pensamientos negativos hay que desterrarlos, y sobre todo, centrarse en el presente, ser conscientes del aquí y ahora. De lo contrario corremos el riesgo de frustrarnos por las oportunidades perdidas.
No apegarse
La vida es un constante cambio, y por este motivo hay que tener la mente abierta y dispuesta para vivir nuevas experiencias. El apego, no solo a las cosas sino al lugar en el que se reside o al grupo al que se pertenece, puede hacernos caer en una zona de confort que nos hace sentirnos felices ni tampoco nos enriquece a nivel emocional. Cada uno debe vivir su vida, tener la oportunidad de sentirse libre para decidir cuál será el siguiente paso.
Aprender de los errores
No hay que temer cometer errores. El estrés puede venir motivado por el miedo a fallar o a sentirse frustrado, pero este pensamiento negativo hay que sustituirlo por uno positivo, y es que de los errores se aprende. Cada día aprendemos cosas nuevas, y si erramos tenemos la oportunidad de hacerlo mejor. En lugar de dejarse llevar por pensamientos del tipo de “todo me sale mal”, “no soy capaz de conseguirlo”, piensa mejor que “nadie dijo que fuera fácil” o “la próxima vez lo haremos mejor”.
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