Esclerosis múltiple: Predecir la respuesta al tratamiento. Y esto es posible, tal y como ha constatado un estudio con sello español, gracias a la vinculación existente entre el daño en el nervio óptico y la progresión de la enfermedad. Una prueba oftalmológica permite examinar el nervio óptico, el cual se ha revelado como un parámetro aliado para pronosticar la respuesta al tratamiento y para alertar si éste no da los resultados esperados. Un importante avance para mejorar el tratamiento de una patología neurodegenerativa crónica que, según datos de la Sociedad Española de Neurología, afecta en nuestro país a cerca de 46.000 pacientes.
Una enfermedad con un enorme impacto sobre la calidad de vida de quien la padece, siendo considerada como la segunda causa de discapacidad más común en la franja de edad entre los 30 y los 40 años. Y otro dato, aportado por la Fundación Esclerosis Múltiple, y que revela el rostro femenino de esta enfermedad, ya que dos de cada tres pacientes diagnosticados son mujeres, con edades entre los 20 y los 40. La esclerosis múltiple afecta al sistema nervioso central y se suele manifestar con síntomas como trastornos sensitivos y visuales, alteraciones motrices, fatiga crónica e incontinencia.
Mejorar el tratamiento y, por tanto, la calidad de vida de los pacientes es el objetivo del estudio que oftalmólogos y neurólogos han llevado a cabo en el centro hospitalario Miguel Servet (Zaragoza), el cual ha constatado que hay un vínculo entre las lesiones en el nervio óptico y la progresión de la esclerosis múltiple. Un vínculo que supone dar un paso muy importante para determinar si el tratamiento prescrito a un paciente es el más adecuado. En otras palabras, el daño en el nervio óptico es un buen parámetro para determinar, a corto plazo, si la enfermedad está bien o mal controlada. El centro hospitalario Miguel Servet cuenta con una unidad de referencia nacional de la esclerosis múltiple en la que se atiende a cerca de 800 pacientes.
Los resultados del estudio, publicados en la revista Neurology, avalan cómo realizando una prueba oftalmológica inocua y rápida –denominada tomografía de coherencia óptica y que consiste en un escáner del ojo sin radiación- se puede hacer un estudio preciso del nervio óptico y de las capas de la retina. Tal y como explican los investigadores, el análisis oftalmológico se centra en los axones, las prolongaciones de la neurona; el análisis neurofisiológico en detectar posibles alteraciones a la hora de transmitir la información desde el ojo al cerebro; y el neurológico la enfermedad propiamente dicha, la esclerosis múltiple. Resultados, por tanto que no solo suponen un paso importante en el campo de la oftalmología, sino también en otros, como la neurología.
Esta vinculación entre las lesiones en el nervio óptico y la pérdida de calidad de vida de los pacientes con esclerosis múltiple ha venido a llenar un vacío importante para mejorar el diagnóstico y el tratamiento. Uno de los retos científicos es precisamente encontrar parámetros o biomarcadores –analíticos, neurofisiológicos, radiológicos- para definir mejor el diagnóstico y para pronosticar la respuesta del paciente al tratamiento. A estos dos objetivos se suma un tercero, y es que la posibilidad de detectar, a través del nervio óptico, si el tratamiento elegido está dando los resultados esperados o, por el contrario, la patología sigue progresando.
Los tratamientos actuales tienen como objetivo controlar la progresión a largo plazo de la esclerosis múltiple. Esta nueva prueba se convierte en una herramienta para orientar a los especialistas a corto plazo.