Ereutofobia: Conoce el miedo a sonrojarse

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Ereutofobia: Conoce el miedo a sonrojarse. Al hablar con otra persona, al recibir una mirada directa… pero, ¿qué sucede cuando nos sonrojamos con una enorme facilidad? Y, sobre todo, ¿qué sucede cuándo esta reacción involuntaria nos hace sentir mal y se acompaña de un miedo intenso a que suceda? Recibe el nombre de ereutofobia y aunque a nivel físico no supone graves problemas para nuestra salud, sí puede afectarnos de lleno en el plano psíquico y emocional, suponiendo una barrera para quien lo sufre.
 
Sonrojarse no es para todo el mundo algo natural y espontáneo. Todo lo contrario. Sonrojarse con excesiva facilidad, en los momentos menos deseados y de manera incontrolada puede condicionar la forma de actuar de una persona, de comportarse y de relacionarse con los demás. El excesivo sonrojo, acompañado de miedo a que se produzca, recibe el nombre de ereutofobia. Un problema que se puede tratar (tratamientos dermatológicos, abordaje psicológico) e, incluso, en los casos en los no se consigan los resultados esperados con los tratamientos, se puede recurrir a una operación la cual básicamente consiste en desconectar los ganglios nerviosos ubicados a ambos lados de la columna vertebral dorsal (a través de una incisión en la axila), y de los cuales salen los nervios que se encargan de la dilación de los vasos sanguíneos del rostro o cara y, por tanto, responsables del sonrojo. Antes de someterse a esta operación (denominada simpatectomía torácica selectiva), es conveniente analizar los pros y los contras, ya que aunque su éxito es interesante, también tiene un efecto, la pérdida de sudor de manos, cara y axilas, aumentando por su parte la sudoración en otras partes del cuerpo como la espalda y el abdomen.
 
El sonrojo o rubor facial se puede por tanto definir como un enrojecimiento de la cara, provocada por una incorrecta vasocomprensión de los vasos sanguíneos. El término que lo define es ereutofobia y fue descrito a finales del siglo XIX. Entre las causas, el sonrojo es un síndrome hereditario, una tendencia que puede acentuarse de manera progresiva, sobre todo si aumenta el miedo o la fobia a ruborizarnos, incluso con el solo hecho de pensarlo y estando solos. Ciertamente, estamos ante un problema que puede afectar de manera notable a quien lo padece, ya que el temor, la ansiedad o la excesiva timidez pueden hacer que tienda a aislarse y a incomunicarse.
 

Factores desencadenantes

¿Cuáles son las causas o factores desencadenantes de este problema? Tal y como señalan los especialistas, los factores son similares a los que provoca la denominada hiperhidrosis, la sudoración excesiva de alguna parte del cuerpo, especialmente las manos, los pies y las axilas, y que también está regulado por el sistema nervioso simpático. El sudor, entre otros papeles, es el encargado de regular la temperatura corporal. Además, en el caso de las mujeres el excesivo sonrojo también puede deberse a los sofocos de la menopausia. El hipertiroidismo, por su parte, también puede ser un factor desencadenante. Por lo tanto, antes del diagnóstico definitivo, habrá que descartar que el sonrojo esté relacionado con algún otro problema de salud.
 
No todo el mundo recurre al médico, precisamente por ese sentimiento de temor a enfrentarse al problema. Si bien, según datos médicos, se estima que puede afectar en torno al 2% de la población.

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