Enfermedades reumáticas: Protégete del frío y la humedad. La bajada de las temperaturas de los meses de invierno, acompañado de las lluvias, constituye un enemigo a tener en cuenta si padecemos alguna enfermedad reumática, tales como artrosis o artritis. Frío y humedad pueden agravar los síntomas característicos de las patologías reumáticas. De ahí la importancia de reajustar los tratamientos médicos o farmacológicos cuando nuestro cuerpo nota los cambios meteorológicos.
Un repunte del dolor de las articulaciones suele advertir a los pacientes de la influencia del frío y de la humedad. Los cambios de temperatura pueden agravar la sintomatología de patologías como la artritis o la artrosis, siendo lo más recomendable acudir al médico para reajustar el tratamiento, tanto farmacológico como fisioterapéutico. Tal y como señalan los especialistas, no se agrava la enfermedad en sí, sino que los síntomas se hacen más evidentes y el paciente tiene más dificultades para controlarlos. En otras palabras, no se agrava la patología, pero sí la percepción del dolor.
Así, en el caso de los pacientes diagnosticados de artrosis se produce un incremento del dolor articular cuando desciende la presión atmosférica (por ejemplo, días antes de que llueva). En el caso de los pacientes con artritis, es el frío el que condiciona el incremento del dolor articular.
Una de las enfermedades reumáticas más frecuentes es la artrosis, patología degenerativa que suele aparecer a partir de los 40. Junto a ella, los reumatismos de partes blandas que pueden afectar tanto a los músculos como a los tendones, la fibromialgia (la cual presenta un perfil claramente femenino por su mayor prevalencia entre las mujeres y se caracteriza por dolor en los músculos y en el tejido fibroso), la artritis reumatoide (inflamación de las articulaciones que provoca dolor, deformidad y dificultad para realizar movimientos) y las enfermedades del colágeno.
Prevención
La dieta y el ejercicio físico son dos hábitos saludables para prevenir las enfermedades reumáticas. Una dieta sana y equilibrada, acompañada de la práctica regular de ejercicio adaptado a nuestras necesidades y a nuestra capacidad física.
El sedentarismo, el estrés, el cansancio y un estilo de vida poco activo nos hacen, por tanto, más vulnerables a padecer este tipo de enfermedades.
No es el único consejo preventivo a seguir. En el caso de padecer algún tipo de enfermedad reumática, y para combatir los cambios de temperatura y condiciones meteorológicas, es aconsejable aplicar calor en las zonas de dolor y realizar ejercicio suave (andar, nadar) para ayudar a desentumecer las articulaciones.
En caso de lluvia, evitar estar demasiado tiempo con la ropa o el calzado húmedo, porque asociada al frío, además de causar un mayor dolor, también puede provocar un enfriamiento. Y a la hora de protegernos del frío, no se trata de abrigarnos en exceso, sino de tratar de mantener una temperatura constante. Tal y como señalan los especialistas en reumatología, durante los meses de invierno, la sudoración excesiva por abrigarnos demasiado y los cambios bruscos de temperatura (salir de un recinto cerrado al exterior), así como el exponernos a corrientes de aire (especialmente en la columna vertebral) nos hacen más vulnerables a padecer lumbago, y tortícolis, entre otros problemas.