El aceite de colza es conocida en la India desde hace más de 4.000 años, aunque hasta Europa no llegaría hasta el siglo XIV. Hay países en los que el aceite de colza es el más utilizado, como Francia, Alemania o Inglaterra, sin embargo, en España, todo lo que implica el término colza sigue despertando en algunos casos dudas entre los consumidores. El motivo es la intoxicación masiva que se produjo en el año 1981 y que afectó a más de 20.000 personas. El aceite de colza en sí no fue el responsable de dicha intoxicación, sino los contaminantes que se añadieron de manera fraudulenta en el proceso de tratamiento y manipulación. Sin embargo, el aceite de colza sigue sin ser el más popular en nuestro país.
Del aceite de colza destaca sobre todo su contenido en lípidos (ácidos grasos poliinsaturados) y vitamina E. El aceite de colza que se utiliza en alimentación es el bajo en erúcico (procedente de la canola, una variedad de colza desarrollada en Canadá en la década de 1960), estando considerado además como uno de los aceites que menos ácidos grasos saturados contiene (en torno a un 6-7% frente a otras variedades de aceites que pueden tener hasta un 12% como el aceite de girasol). Llegados a este punto, ¿el aceite de colza es bueno o malo?
Contraindicaciones El debate sobre las propiedades y contraindicaciones del aceite de colza, al igual que le sucede, por ejemplo, al aceite de palma, sigue abierto. Lo que genera dudas del aceite de colza o aceite de canola sin refinar es el contenido en ácido erúcico y glucosinolatos. Desde mediados del siglo XX se tiene constancia de que este ácido puede resultar un enemigo de la salud, ya que su presencia en niveles muy elevados podría favorecer la formación de depósitos grasos en el corazón. Hay que subrayar, no obstante, que las actuales técnicas de refinado y tratamiento de los aceites logran reducir su presencia por debajo del 2%, utilizando las semillas de canola modificadas.
Dónde se encuentra El aceite de colza puede estar presente en muchos alimentos procesados, como margarinas , sopas, dulces, galletas, cremas, croissants, palitos de pan, productos congelados, conservas, alimentos fritos, alimentos envasados y productos horneados de baja calidad.
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