Las emociones influyen, y mucho, en la salud. Cuando la salud emocional se ve quebrada puede tener su reflejo en la salud física. De hecho, en ocasiones es nuestro cuerpo el que nos avisa de que algo no va bien a nivel emocional. Un dolor de cabeza persistente o un dolor de espalda que no desaparece pueden, en realidad, estar avisando de que estamos somatizando las emociones. Dicho de otra manera, la expresión física del malestar psicológico.
¿Qué hacer ante las emociones?
La somatización, en términos médicos, es la aparición de síntomas físicos de manera recurrente y sin causa aparente. Los problemas emocionales, la ansiedad o el estrés pueden estar detrás, por ejemplo, de síntomas como náuseas, vómitos, cansancio, pérdida de libido, reglas dolorosas, dolor de cabeza. Cuando los problemas emocionales persisten o no se canalizan adecuadamente los síntomas pueden derivar en lesiones reales, como úlceras de estómago, taquicardias, hipertensión arterial o dificultades para respirar en determinadas situaciones. ¿Qué hacer para dejar de somatizar las emociones?
Identificar y evitar las emociones negativas
El primer paso es reconocer las emociones negativas con las que convivimos a diario y no estamos siendo capaces de gestionar. Identificarlas, y expresarlas en voz alta, es la mejor manera de evitar retroalimentarlas dándole vueltas y vueltas. Esto solo te robará energía. Reconocer la emoción nos permite buscar una alternativa.
Evitar las situaciones de estrés
En la medida de lo posible hay que evitar las situaciones que nos generan más estrés o, al menos, tratar de afrontarlas con otra disposición. Podemos poner en práctica técnicas de control de estrés o mindfulness, practicar ejercicios de respiración o incorporar otras rutinas a tu día a día como el yoga o los ejercicios de meditación.
Tener vida social
Quedar con amigos y familiares, realizar actividades en tu tiempo de ocio es la mejor manera de despejar la mente y liberarse de las emociones negativas. Además, mantener unos vínculos afectivos fuertes nos permite encarar mejor las etapas negativas y, sobre todo, en caso de necesitar ser escuchados.
Revisar tus hábitos
¿Tomas demasiado café?, ¿practicas poco ejercicio? En ocasiones, sin darnos cuenta, alimentamos la somatización de las emociones negativas porque no las descargamos. Algunos hábitos, como seguir una dieta sana y hacer ejercicio, nos ayudan a sentirnos mejor por dentro y por dentro. Lo último que podemos hacer es combatir la ansiedad, la frustración o la ira comiendo alimentos calóricos que solo nos harán sentir peor.
Reforzar el contacto con la naturaleza
Salir a dar un paseo, practicar actividades de senderismo, escalada, bicicleta… refuerza el contacto con la naturaleza y mejora nuestra sensación de bienestar.
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