La celiaquía no es solo cosa de niños. Se estima que en nuestro país hay en torno a 800.000 personas que son celiacos, la mitad de los cuales han sido diagnosticados ya de adultos. El único tratamiento efectivo hasta ahora es una dieta libre de gluten, aunque ya se está investigando en suplementos enzimáticos orales para bloquear la respuesta inmune que provoca esta proteína. La celiaquía es una enfermedad que aparece por predisposición genética.
Síntomas No todos los celiacos presentan los mismos síntomas ni en la misma intensidad. Además, la reacción adversa al gluten no se manifiesta de manera inmediata, como sucede con otras alergias alimentarias, lo que dificulta o retrasa en muchas ocasiones el diagnóstico certero de intolerancia al gluten. Entre los síntomas más comunes se incluyen la diarrea crónica, falta de apetito, vómitos, fatiga, pérdida de peso sin causa aparente o distensión abdominal. En otros casos también pueden aparecer anemia por falta de hierro, estreñimiento, dolores articulares, dolores óseos, alteraciones tiroides, alteraciones del carácter (irritabilidad, apatía…), dermatitis, síndrome de intestino irritable e, incluso, problemas de infertilidad. En los niños puede darse un retraso en el crecimiento. También puede suceder que no aparezca ningún síntoma.
Diagnóstico y pruebas Aunque sospechemos que padecemos intolerancia al gluten, eliminarlo de la dieta sin contar antes con un diagnóstico certero no es lo más adecuado. Antes de nada conviene someterse a unas pruebas médicas, empezando por un análisis de sangre que determinará la presencia de los denominados marcadores serológicos de la celíaquía (anticuerpos antigliadina, antitransglutaminasa tisular y antiendomisio). Si el análisis arroja algún tipo de dudas, el médico también puede recomendar realizar una biopsia intestinal, la prueba más definitiva, aunque sí hay que señalar que se trata de un proceso invasivo y que puede generar alguna molestia en el paciente. La biopsia consiste en extraer una muestra de tejido del intestino delgado superior para comprobar si está o no dañado. Para realizar esta prueba es imprescindible que no se haya dejado de tomar gluten. En caso de que el diagnóstico certifique que somos intolerantes al gluten, el único tratamiento posible es seguir, de por vida, una dieta sin gluten, es decir, sin alimentos que contengan esta proteína. Así, la dieta de una persona celiaca debe estar compuesta sobre todo por alimentos naturales, como frutas, verduras, hortalizas, carnes, pescados, legumbres, huevos y cereales sin gluten (arroz y maíz).
Recientemente, y con el objetivo de mejorar el diagnóstico y evitar pruebas invasivas, sobre todo en el caso de los pacientes más jóvenes, un grupo de investigadores españoles ha desarrollado un test capaz de diagnosticar la celiaquía de forma precoz, incluso en recién nacidos).
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