Tomar un aperitivo (por ejemplo, una caña o un copa de vino) para abrir el apetito ha pasado de ser una costumbre a un hábito avalado por la ciencia. Y es que un estudio realizado por investigadores del Instituto Francis Crick, de la University College y del King’s College, y publicado en Nature Communications, ha constatado por qué da hambre beber alcohol, consumo de bebidas alcohólicas que lógicamente siempre debe realizarse con moderación. La respuesta, según este estudio, radica en el cerebro y, en concreto, en el efecto que produce tomar alcohol en los circuitos neuronales y que, curiosamente, activan las mismas neuronas que el hambre.
El alcohol produce hambre
Para ratificar su hipótesis los investigadores se han basado en los ensayos realizados con ratones de laboratorio, a los que se les administró una cantidad de 180 ml de alcohol durante 3 días seguidos. Curiosamente lo que sucedió fue que aumentó de manera notable el apetito entre los ratones que habían ingerido alcohol frente a los que no habían tomado nada. Al indagar en las conexiones neuronales constataron que el alcohol tiene el efecto de poder activar los denominados circuitos de la alimentación, ubicados en el hipotálamo. Además, comprobaron que la actividad de las neuronas del hipotálamo llamadas Agrp, y que estimulan el apetito, desempeñan un papel fundamental en la ingesta excesiva de alimentos provocada por el etanol, componente del alcohol.
Un nuevo estudio que, sin duda, constata que la ciencia encuentra respuestas para prácticamente todas las preguntas y, al mismo tiempo, viene a explicar en gran medida esa sensación de hambre, incluso voraz, que algunas personas sienten después de ingerir alcohol. Lógicamente, a mayor moderación en el consumo de alcohol más control del apetito y, sobre todo, de los alimentos más calóricos. De igual manera hay que señalar que el hecho de que la composición de las bebidas alcohólicas abra el apetito no quiere decir que se deba recurrir como hábito en caso de inapetencia.
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