Asma infantil: ¿Cómo actuar en una crisis asmástica? Uno de cada diez niños y adolescentes tiene asma, una de las enfermedades respiratorias crónicas más frecuentes. Pese a que no es una patología desconocida, ¿sabemos cómo debemos actuar ante una crisis asmática? Una pregunta que se hacen no solo padres, sino también los profesores. Conocer la enfermedad es la mejor manera de abordar los síntomas que pueden acompañar a esta patología. Y esto es lo que pretende ‘El asma en la infancia y la adolescencia’, una guía que responde a las dudas de los padres y de los profesores, porque no olvidemos que los niños pasan un tercio del tiempo en clase.
Según datos médicos, entre el 3 y el 7% de la población padece asma, un porcentaje que se eleva hasta el 15% entre los niños de menos de seis años. Es la enfermedad crónica del sistema respiratorio más común en la infancia, cuya prevalencia ha aumentado notablemente, en la misma medida que los avances en su diagnóstico y tratamiento. Pero, ¿qué sabemos del asma? ¿Cuáles son sus síntomas? ¿Sabríamos como reaccionar ante una crisis asmática? Preguntas a las que los 14 expertos dan respuesta, en una sencilla guía, El asma en la infancia y la adolescencia, de la Fundación BBVA y la Fundación María José Jové, pensada especialmente para padres, profesores, cuidadores y monitores de actividades deportivas.
Asma: ¿Qué es?
En términos médicos, y tal y como la define esta guía, el asma es una enfermedad inflamatoria de las vías respiratorias bajas, la cual provoca dificultades respiratorias (tos, sibilancias o pitidos en el pecho, falta de aire y sensación de opresión en el tórax). En el caso de los niños más pequeños, los síntomas suelen ser respiración rápida y entrecortada, intranquilidad, rechazo de la alimentación, llanto entrecortado y las retracciones de las costillas. La duración de los episodios puede ser de horas o de días, según su gravedad. Factores genéticos y ambientales están detrás de la aparición del asma.
Crisis de asma
La sensibilidad de los bronquios de los pacientes asmáticos hacen que reaccionen de manera más exagerada, en forma de ataques o crisis, ante las infecciones respiratorias (responsables de hasta un 85% de las crisis de asma en los niños), los alérgenos, el ejercicio físico, los cambios climáticos, la exposición al humo del tabaco, la contaminación ambiental o las reacciones emocionales. Precisamente, una de las premisas básicas del tratamiento del asma es combatir lo más pronto posible los síntomas, para mejorar la respuesta y para evitar la progresión hacia una crisis.
Una vez que se diagnostican los síntomas o ante el inicio inminente de una crisis, se ha administrar el tratamiento (broncodilatador de acción rápida). Además, los especialistas aconsejan registrar las situaciones o contactos de las últimas 24 horas para identificar los posibles factores que han desencadenado la crisis asmática (por ejemplo, una excursión, jugar en un determinado lugar, olvidar la dosis del tratamiento). Controlar los factores desencadenantes ayuda a controlar y prevenir las crisis. El inicio de una crisis se puede detectar por la tos repetitiva y la aparición de dolor de pecho.
Si finalmente aparece la crisis en el niño, especialmente si sucede en clase, debemos seguir una serie de pautas sencillas.
- Evitar las aglomeraciones alrededor para evitar incrementar su ansiedad.
- No dejar solo al niño en una crisis asmática.
- Suministrar de manera inmediata la medicación (4 puffs del broncodilador con ayuda de una cámara para facilitar su administración, de una en una y no seguidas para aprovecharlas mejor), la cual es importante tener siempre accesible. A los cuatro minutos de haber administrado la dosis, se valorarán los síntomas y si ha desaparecido la dificultad para respirar. Si los síntomas remiten, se le debe dejar en reposo para evitar que reaparezca otra crisis, pero si los síntomas se mantienen, se administrará una nueva dosis y se acudirá de manera inmediata al centro médico. Cada 10-15 minutos, hasta llegar, se le irá administrando la medicina.