Todos, en algún momento de nuestra vida y en mayor o menor intensidad, hemos padecido ansiedad, ya que en términos generales se puede definir como la respuesta de nuestro organismo ante una situación que no puede controlar. Son muchas las situaciones (una crisis de pareja, un problema laboral o personal) o factores externos que nos pueden generar ansiedad en un momento puntual. De hecho, según datos médicos, se estima que más de un 20% de la población padece o ha padecido ansiedad. Sin embargo, el problema aparece cuando la ansiedad persiste en el tiempo, la respuesta se agudiza y se produce sin que ningún acontecimiento o causa lo justifique. ¿Qué hacer? La ansiedad, ¿es solo un síntoma o un trastorno?
Por qué tengo ansiedad
Tener ansiedad en algún momento puntual no significa que irremediablemente padezcamos una dolencia o trastorno. El aumento del estrés en las situaciones laborales y personales, las prisas, el agobio, pueden provocar un ataque de ansiedad, una respuesta que, provocada por una circunstancia o causa concreta, es una respuesta natural de nuestro organismo ante una situación que no puede controlar. El problema surge cuando esa respuesta emocional se produce sin que nada aparente la desencadene.
Cuando nos topamos con una situación incontrolable, nuestro organismo se pone en marcha y activa determinados mecanismos. En líneas generales, el que se activa es el cerebro, en concreto el hipotálamo, produciendo un aumento de las cortisol y adrenalina, hormonas que tienen efectos sobre la circulación, el metabolismo y la respiración. Es la respuesta de nuestro cuerpo ante una situación exigente. Pero cuando esta respuesta se prolonga (durante más de seis meses) y aparece de manera injustificada estamos ante un trastorno de ansiedad generalizada. Sus principales síntomas son la irritabilidad, los cambios de humor, la inquietud o el nerviosismo. Síntomas que merman nuestro equilibrio emocional y físico.
No son los únicos síntomas, ya que la ansiedad también puede llegar acompañada de insomnio, inseguridad o dificultades para concentrarse. Además de los cambios emocionales, también conlleva efectos físicos, como temblores, mareos, boca seca, dificultades para respirar, tensión muscular, sudoración excesiva o dolores de cabeza persistentes.
Cómo prevenir la ansiedad
Siguiendo las recomendaciones de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, SEEAE, para prevenir la ansiedad:
Hábitos saludables para la ansiedad
El estilo de vida influye, y mucho, en la salud física y emocional, y ciertos hábitos pueden hacernos más vulnerables a la ansiedad, como el llevar una alimentación desequilibrada. De igual manera hay que evitar abusar de las bebidas estimulantes y el alcohol. También es importante realizar ejercicio físico, esencial para nuestro bienestar. Dormir las horas necesarias y dedicar tiempo al ocio y al descanso.
Consejos para evitar la ansiedad
La planificación nos ayudará a evitar la sensación de desorganización y de que no poder llegar a todo. Evitar la indecisión a la hora de resolver problemas. Mejorar nuestra autoestima, sintiéndonos satisfechos si henos tomado la decisión correcta y asumiendo el error. En otras palabras, las pérdidas pueden ser ganancias.
Trastornos asociados a la ansiedad
Como hemos visto, la ansiedad es un trastorno, pero también puede ser síntoma de otros problemas o dolencias, como los ataques de pánico, las fobias o el estrés postraumático. El ataque de pánico es un miedo intenso que aparece en un momento determinado, aunque sin motivo, y suele llegar acompañado de taquicardias o náuseas. Por su parte, las fobias son un temor irracional a un objeto o situación determinada, por ejemplo, la fobia a los espacios abiertos, a las arañas o a los ascensores.
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