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Gran Hermano 12+1: El cura motero, inhabilitado por la Iglesia. El sacerdote Juan Antonio Molina Sanz ha sido inhabilitado de forma temporal por la orden a la que pertenece, los Misioneros del Sagrado Corazón, y el Arzobispado de Barcelona. Al parecer, la decisión del padre Molina de participar en el reality show de Telecinco, tomada en contra de la orden explícita de unos superiores en la congregación de la que formaba parte, ha sido la causa de su inhabilitación. Esto no ha sido una sorpresa para nadie, ya que, incluso su madre, estaba muy preocupada por las medidas que iba a tomar la Iglesia.
Mark McDonald, el superior de la Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón y Luis Carlos Araujo, el secretario general de la orden, se reunieron el jueves en Roma para discutir la situación de su miembro más polémico: Juan Antonio Molina Sanz, más conocido como “el cura motero” y que forma parte del elenco de concursantes de Gran Hermano 12+1. De esa reunión salió un decreto en el que se le declaraba suspendido: “Después de haber constatado que el padre Molina Sanz ha expresado su voluntad de participar en el programa en contra de una orden explícita de su Provincial, los Misioneros del Sagrado Corazón le declara suspendido a Divinis”.
Esta inhabilitación significa, a efectos prácticos, que el eclesiástico no podrá celebrar de forma pública la Eucaristía, ejercer la predicación ni confesar a ningún fiel. Al parecer, el sacerdote era consciente de que la Iglesia podría tomar esta medida cuando entró, puesto que uno de sus compañeros le pidió que le confesara y él le respondió: “No puedo, lo primero porque se iba a enterar toda España, y además porque yo aquí dentro no puedo ejercer”.
Pero participar en Gran Hermano no ha sido la única acción que llama la atención de este sacerdote que ejerce de profesor en un colegio de Barcelona. Se declara un hombre “moderno” y es muy conocida en su ciudad su pasión por las motos de gran cilindrada, el gimnasio y la música heavy.
La congregación de la que forma parte, por su lado, no pierde la esperanza y aspira a “suscitar en el padre Molina un deseo sincero de cambio y de conversión”.
Todavía queda mucho programa por delante, pero, a juzgar por cómo ha empezado, Gran Hermano promete ser mucho más polémico que el reality que le precedió, Acorralados, que acabó hace unos meses.