Las fotos son la mejor forma de captar momentos para el recuerdo. Pero lo cierto es que, con la aparición de las redes sociales y las nuevas modas que surgen a diario, como la de los selfies después de hacer el amor, cada vez es más común la sustitución de fotos de paisajes y demás encuadres habituales de la fotografía de carrete, por los selfies de nosotras mismas en cualquier momento y situación sin una justificación clara. Resulta difícil no tomar nuestra imagen, aplicarle algún filtro y subirla a las redes sociales. Pero, ¿Por qué es tan adictivo?
Narcisismo
A través de los “me gusta” conseguimos aumentar nuestra autoestima y esto mejora nuestra imagen personal y relación social con los demás, generando así mayor grado de dependencia en personas narcisistas.
Búsqueda del reconocimiento
Aprobación de una determinada relación, amistad, trabajo, etc. A través de los selfies, muchas veces buscamos simplemente la aceptación sobre determinados factores de nuestra vida que nos hacen sentir inseguros, y esto lo conseguimos a través de comentarios positivos.
Imagen distorsionada
Los selfies muestran lo mejor de ti, a través de la perspectiva correcta, encuadres imposibles, filtros de luz y demás trucos que ofrecen redes sociales y aplicaciones móviles hoy en día. Esto nos ayuda a generar una auto-imagen de perfección que no se corresponde a la realidad pero que nos hace sentir de un modo especial. Esta sensación puede resultar muy adictiva, sobre todo a aquellas personas que en la vida real sufren de algún tipo de complejo.
Aunque los selfies, en principio son inofensivos y querer verte guapa o aceptada puede ser muy positivo, hay que tener cuidado, pues puede generar ciertas dependencias emocionales que, lejos de parecer un entretenimiento inofensivo, pueden llegar a ser un grave problema de autoestima. Haz selfies de tu vida, pero nunca vivas para hacerte selfies.