Encontrar trabajo en los tiempos que corren es una auténtica peripecia, pero muchas veces la necesidad nos hace aceptar empleos que no están del todo acordes con la idea que buscábamos. Puede que al principio no nos demos cuenta de que no estamos a gusto, pero ten por seguro que, con el tiempo, tu propio cuerpo se encargará de hacértelo ver. ¿Crees que tu interior te pide cambiar de trabajo? Comprueba si sufres los síntomas de que debes irte de tu trabajo.
Síntomas de que debes cambiar de trabajo
- Te despiertas sin motivación.
¿Has visto cuando en las películas la protagonista se despierta rebosante de energía y agradeciendo cada rayo de luz que entra por su ventana? Pues para ti es pura fantasía. Despertarse significa comenzar otra vez con una rutina que no te gusta y, por supuesto, no tienes ni una pizca de motivación que te anime la mañana. - Sufres aburrimiento continuo.
Una vez llegas al trabajo sientes que te aburres. Las mismas obligaciones, la misma rutina, los mismos problemas… Al final todo acaba quemando. - No te sientes a gusto con el personal.
Únicamente es necesaria una persona tóxica para contaminar todo el ambiente y convertir tu día en una auténtica pesadilla, especialmente si se trata de alguien muy allegado al jefe. Si tienes que aguantar los caprichos, las broncas e incluso las burlas de una persona o más de tu trabajo, suma un punto a tu plan de abandonarlo. - No compartes la moral de la empresa.
Muchas personas creen que son capaces de trabajar en contra de sus principios, pero no todas somos capaces. Hacer algo que consideras incorrecto te hace sentir muy mal contigo misma, y por supuesto tus superiores no serán para nada flexibles a la hora de cambiar su mentalidad. - No estás contenta con lo que cobras.
¿Crees que trabajas demasiado para lo que cobras? Este es otro claro síntoma de que deberías dejar tu trabajo. Desgraciadamente, el panorama en el que nos encontramos no ofrece grandes sueldos sin una gran responsabilidad o nivel de trabajo, pero claro está que en caso de sentirte explotada deberías plantearte esta opción. - Te sientes infravalorada.
Por mucho que trabajas y te esfuerzas, sientes que nadie te lo tiene en cuenta ni te agradecen nada, ni siquiera cuando tienes que echar horas extra sin cobrar. Pero lo peor de todo es, sin duda, cuando ni siquiera toman en cuenta tu opinión o una idea que se te ha ocurrido para mejorar la empresa. ¡Ellos se lo pierden! - Te frustras con facilidad.
Con todo lo dicho anteriormente, no es de extrañar que te frustres con mucha facilidad. Llegará un punto en el que no importa dónde estés ni con quién: todo el estrés acumulado saldrá, y probablemente de la peor manera. - Llegas a casa sin energía.
Un mal trabajo es un ladrón de energía que consume tu vitalidad. Cuando llegas a casa no tienes fuerzas para nada que no sea cenar, ducharte y acostarte. - Sueñas con miles de proyectos.
Pese a todo lo anterior, siempre hay algo que te anima: dejar volar tu imaginación y planificar cientos de proyectos con los que podrías emprender. Quizá lo estás enfocando en tu hobby perfecto o en una nueva idea de negocio. Y, ¿quién sabe? Puede que la mejor decisión de tu vida pueda ser abandonar ese trabajo en el que no te sientes cómoda y lanzarte a cumplir tus sueños. ¡Ánimo y al toro!