La varicela es una enfermedad infecciosa causada por el virus zóster que se da especialmente durante la etapa infantil. A pesar de ser una enfermedad leve es muy contagiosa, por lo que han de extremarse las precauciones, especialmente en el primer trimestre del embarazo. Si quieres saber más, te informamos acerca de los peligros, síntomas y tratamiento de la varicela en el embarazo.
Síntomas y riesgos
Los síntomas de la varicela son muy conocidos, y engloban la aparición de ampollas que provocan una intensa picazón y fiebre alta. Es importante saber que el virus no se elimina completamente y en algún caso raro ha podido derivar en complicaciones hemorrágicas, pero por lo general no suelen presentar grandes inconvenientes para la madre.
En cuanto al bebé, la varicela puede ser más o menos perjudicial dependiendo del periodo en el cual se haya infectado la madre. Si el contagio tiene lugar durante el primer trimestre el peligro es mayor, ya que el feto se encuentra en un delicado proceso de formación y la presencia del virus zoster puede causar una serie de problemas tales como el síndrome de la varicela congénita, que puede derivar en cicatrices en la piel, atrofia en las extremidades, leve daño cerebral o en el sistema nervioso central, anomalías en los ojos y, en algunos casos extremos, puede incluso inducir al aborto. No obstante, no quiere decir que necesariamente lleguen a darse todos estos efectos, pero claro está que existe el riesgo de que puedan aparecer. En el segundo trimestre los riesgos disminuyen en gran medida, siendo en el último trimestre el menos peligroso, en el cuál sólo llegaría a causar una inofensiva varicela en el útero que propiciaría el desarrollo del Herpes Zoster en los primeros años de vida del bebé.
El momento de máximo peligro es entre los cinco días anteriores al nacimiento y los dos posteriores, ya que el bebé está expuesto al virus al no haber recibido todavía los anticuerpos que necesita. Si se da la infección en este margen de tiempo tiene cierta probabilidad de contraer la varicela neonatal o varicela del recién nacido, que puede tener efectos muy graves si no es tratado. No obstante no debe cundir el pánico, ya que el contagio no siempre llega a darse y, en algunos casos, se resuelve con una infección de poca importancia.
Tratamiento
Siempre es mejor prevenir que curar, por lo que es muy importante extremar las precauciones para no contagiarnos. Por lo general, la varicela es un virus que se contrae en la infancia y la madre ya debe haber desarrollado los anticuerpos específicos para ser inmune al virus. Aun así, se recomienda administrar inmunoglobulina específica a la madre y, de ser necesario, también al recién nacido. En el caso de no estar segura de haber pasado la enfermedad, los expertos aconsejan consultar a tu médico para que pueda suministrarte una dosis de inmunoglobulina específica de la varicela-zóster a partir de la octava semana de embarazo.
En definitiva, lo mejor es cuidarse durante todo el embarazo y alejarse de zonas en las que abunden los virus, como pueden ser los hospitales, para que esta infección no suponga ningún problema ni para ti ni para el futuro bebé.