¿Por qué leer a los niños pequeños? Una pequeña lectura cuando se van a la cama les ayuda a dormir y también a soñar. La lectura es un buen compañero para conciliar el sueño y entretener a los más pequeños de una manera interesante y didáctica. Leer a los niños desde temprana edad es un buen hábito que puede ser considerado como una auténtica panacea para el desarrollo cognitivo e intelectual. Una buena manera de estimular el cerebro de los niños y potenciar el desarrollo del lenguaje. Vamos a ver, a continuación, algunos de los beneficios que reporta la lectura en los niños pequeños. Y no solo en la infancia, porque la lectura en la edad adulta es la mejor manera de cuidar y mantener activa la memoria.
Los cuentos clásicos o de sus personajes favoritos son la lectura más habitual para ayudarles a dormir o para evitar las rabietas. De hecho, la lectura de historias y cuentos de hadas a los niños desde una edad temprana es una gran manera de preparar a sus cerebros para un mejor desarrollo del lenguaje. Así lo han constatado incluso los estudios científicos. La lectura estimula muchas funciones cerebrales. En particular, favorece la activación de áreas del cerebro relacionadas tanto con el lenguaje como con el procesamiento semántico de los pensamientos y emociones, así como con las áreas del cerebro designadas para la interpretación de las imágenes, la imaginación y la capacidad de visualizar un cuento o una historia al escucharlo. En otras palabras, la lectura de historias y cuentos abre la mente de los más pequeños.
La lectura de libros para niños es mucho más estimulante que las series de dibujos animados, ya que éstan aportan imágenes a la historia, las cuales el niño debe completar con su imaginación cuando escucha una historia.
Podemos concluir, por tanto, que introducir el hábito de la lectura en el día a día de los niños desde los primeros meses de vida es una decisión de lo más acertada. Un hábito que si fomenta desde la infancia es mucho más fácil que se mantenga en la edad adulta. Lo importante es leer, tanto si se trata de los grandes clásicos de la literatura infantil o cuentos de hadas modernos. Tal vez de esta manera los niños de hoy se convierten en adolescentes y adultos del mañana más propensos a leer un libro que a encender la televisión o el ordenador.
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