Aunque hay opiniones contrarias, lo cierto es que muchas mujeres reconocen haber sentido el despertar del instinto maternal antes de ser madres. Un sentimiento, un deseo de ser madre, que algunos expertos consideran que no es resultado de un reloj biológico interno, sino que más bien influyen los factores sociales, culturales, personales o familiares. Sea como fuera, lo cierto es que el instinto maternal se ha considerado, durante siglos, como algo innato a la mujer. ¿Y si no lo tengo? No querer ser madre no convierte a ninguna mujer en un bicho raro (ni tampoco significa que no sepa cómo cuidar a un bebé). Tampoco hace que una mujer sea una mala madre por el hecho de no sentir el denominado instinto maternal desde el mismo momento en el que le colocan a su pequeño en brazos tras el parto.
Hay otra serie de factores que también parecen influir en el despertar, más temprano o tardío, del instinto maternal o de la intuición materna (¿quién no ha escuchado alguna vez que una madre intuye antes que nadie si a su hijo le ha pasado algo?), como el haber tenido un embarazo placentero o haber deseado ser madre.
Instinto maternal: ¿Lo tengo? Quedarse mirando embelesada a un bebé o derretirse con una de sus sonrisas puede dar idea de una mayor predisposición a desarrollar el instinto maternal o a llevar a efecto el deseo de ser madre. Algunas mujeres, incluso desde niñas, tienen muy claro que quieren tener hijos. Y eso se nota especialmente desde el embarazo, con detalles como controlar hasta el más mínimo detalle para la llegada del bebé desde meses antes (ropita, habitación, cuna…). A partir de la feliz noticia, el bebé forma parte de cada pensamiento y acto. Especialmente después del embarazo, momento de grandes cambios hormonales, aparece en la mujer un mayor sentimiento de protección y atención hacia el bebé, una necesidad de amar y cuidar al recién nacido.
La preocupación por si dormirá tranquilo, si lo oíremos llorar por la noche, si habrá tomado suficiente leche son algunas de las manifestaciones propias de lo que se llama instinto maternal, y que también se traduce en la creación del estrecho vínculo entre madre e hijo. El despertarse por la noche ante cualquier ruido procedente de la cuna del bebé, incluso antes que el padre, o el detectar las sutiles señales de un posible problemas de salud también forman parte de lo que se denomina instinto materno.
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