Las madres nos esforzamos tanto a diario para proteger a nuestros hijos y llevar adelante nuestro hogar que no es de extrañar que derive en consecuencias negativas que llevan a nuestra salud al límite, tanto física como emocionalmente. ¿Quieres saber qué pasa cuando no puedes más? Te contamos todo sobre el Síndrome de Burnout en madres.
¿Qué es?
El Síndrome de Burnout es la forma en la que el cuerpo reacciona al ser sometido a demasiado esfuerzo físico, mental y emocional durante mucho tiempo. Por lo general se da en profesiones que soportan una gran tensión, como puede ser la medicina, los trabajos sociales o la seguridad. ¿Y adivinas cuál es uno de los trabajos más estresantes y sacrificados del mundo? Efectivamente: la maternidad.
Trabajar durante 24 horas al día cuidando de nuestros hijos y manteniendo en pie nuestro hogar hace que no tengamos apenas tiempo para nada. Eso hace que aumente la frustración, llegando al punto de pensar en si de verdad vale la pena esforzarse tanto. De hecho, las madres que sobreprotegen a sus hijos no sólo provocan consecuencias negativas para el desarrollo de los pequeños, sino que también aumenta nuestro nivel de estrés.
Pero la gota que colma el vaso son los imprevistos, y es que no siempre vamos a poder ayudar a nuestros hijos en todo lo que nos gustaría ni podremos protegerlos eternamente, haciéndonos sentir totalmente impotentes.
Síntomas
A veces los síntomas del Síndrome de Burnout pueden confundirse con el de otras enfermedades, por lo que es importante contarle a nuestro médico nuestra rutina diaria y si hemos estado sometidas a algún tipo de presión en concreto.
Algunos de los síntomas más comunes son:
• Dolor de cabeza frecuente.
• Fatiga y cansancio intenso.
• Insomnio.
• Problemas gastrointestinales.
• Ansiedad.
• Irritabilidad, impotencia o desesperación.
• Depresión.
• Aislamiento.
¿Cómo puedo solucionarlo?
Si sufres alguno de estos síntomas de forma frecuente, lo primero que debes hacer es acudir a tu doctor de cabecera y contarle el problema. Es importante que lo hagas lo antes posible, ya que de prolongar en el tiempo estos síntomas puede derivar en anhedonia, o lo que es lo mismo, perder la capacidad de disfrutar.
Por supuesto, deberás cambiar tu estilo de vida, y deberás empezar por aceptar que eres una persona humana que necesita su tiempo de descanso y que no siempre puede salir todo a pedir de boca. No tienes por qué ser perfecta, de hecho es imposible serlo: muchas veces ocurren cosas que no dependen de nosotras, y lo sabes.
Una vez hayas interiorizado esa lección, deberás priorizar las tareas y pedir ayuda cuando lo necesites. Llevar contigo una agenda y apuntar lo que hagas te ayudará a darte cuenta de todas las actividades que realizas a lo largo del día, las cuales deberás reducir salga el sol por donde salga. Pero eso sí, siempre dejando tiempo para ti misma, en el que puedas adoptar una alimentación saludable, hacer deporte, y aprender técnicas de relajación para mantener el estrés y la frustración a raya.