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Si buscamos la plabra polémica en el diccionario, seguro que a su lado está la foto de Frank Cuesta. Y es que cuando el aventurero abre la boca sube el pan. En esta ocasión se ha permitido el lujo de llamar “rata” a Rafa Nadal. ¿Por qué? Pues porque el tenista manacorí ha disputado un torneo celebrado en Tailandia, el país donde se encuentra encarcelada su ex mujer. Y esto no le ha parecido bien pues cree que se ha vendido.
Frank Cuesta lo está pasando mal y e muchas ocasiones pierde el control. Lo último ha sido llamar «rata» a Rafa Nadal por jugar un partido de exhibición en Tailandia, el país donde se encuentra encarcelada su ex por un delito de drogas. Ahora bien, al final rectificó y acabó quitando la frase de su red social.
“Mejor recapacitar y dejar al mundo pensar y actuar como quieran. Tu libertad termina donde cortas la de otros. Si te equivocas es mejor dar marcha atrás. Pido disculpas públicas a Rafael Nadal», escribió después Frank Cuesta en un gesto que le honra, aunque creemos que fue más por el revuelo que se armó que por un gesto de arrepentimiento. Porque no es la primera vez que lo hace, ya pasó con Cristian Gálvez y Soraya.
Sin fuerzas Y es que parece que el aventurero no puede más y así lo describe en su facebook. «Y este es el momento cuando dices… ¡¡no puedo más!!! Después de más de 3 años de presión y casi 500 días de luchar contra todo lo que hay delante, te das cuenta que estas solo que realmente nadie con un poco de poder te va ayudar. Te han destrozado la vida a ti y a tu familia… Te han quitado todo por lo que has luchado y creado en casi 20 años trabajando de sol a sol, han destrozado tu reputación, han roto el futuro de tus hijos y te han hecho entender que es ‘tu’ culpa, por pelearte contra alguien al que tienes que arrodillarte en vez de pelear. Este es el momento en el que te das cuenta que si sigues peleando vas a perder la cabeza aún más”.
Parece que el tema no se soluciona y 15 meses después su mujer sigue en la cárcel de ese país. Cuesta ha intentado que se lo solucione hasta el Rey de España, pero no hay manera. Así pues, pierde los nervios cada dos por tres.