Calmar la ansiedad con la comida. Es lo que se conoce como hambre emocional o comer por estrés. Para evitar que la comida se convierta en un problema y recurras a ella como vía de escape, lo que sin duda dará al traste con la dieta, te contamos algunos trucos sencillos y eficaces.
¿Qué podemos hacer cuando recurrimos a la comida para aplacar la ansiedad? El hambre emocional es un trastorno que se traduce en el deseo irrefrenable de tomar algún alimento para calmar la ansiedad o el estrés. Es, lógicamente, más común en periodos de alta tensión o cuando nos enfrentamos a situaciones o pruebas complicadas. El problema no solo está en comer por ansiedad desequilibra la dieta, sino que además puede hacernos aumentar de peso casi sin darnos cuenta. Y es que cuando la ansiedad controla nuestra vida también nos lleva a comer alimentos más grasos o calóricos, los cuales ponen en riesgo la salud y la línea. ¿Qué hacer? La clave está en controlar el apetito poniendo en práctica una serie de consejos. En ocasiones, puede ser necesario consultar al médico o especialista para contar con apoyo psicológico.
Las causas del hambre emocional
Las causas del hambre emocional pueden ser diversas, desde los cambios hormonales (disminución de la serotonina) a los factores psicológicos que, por ejemplo, nos incitan a comer de repente alimentos dulces o golosinas. Para tratar el hambre emocional o nerviosa hay que descubrir la causa, trabajando la motivación y la fuerza de voluntad para superar los momentos de estrés o tensión sin recurrir a la comida. La dieta para resistir la tentación debe ser lo más variada posible y estar diseñada para aportarnos los nutrientes y la energía necesaria para todo el día. Conviene no saltarse ninguna comida, debiendo hacer 3 comidas principales (desayuno, comida y cena) y dos tentempiés (a media mañana y merienda). Un consejo fundamental es evitar los estimulantes, como el café.
Alimentos para dejar de comer por ansiedad
De igual manera que hay alimentos más saludables que otros, también hay algunos que son perfectos para controlar el apetito, ideales para ayudarnos a comer menos y a mitigar los efectos del hambre emocional. Así, por ejemplo, la leche es un alimento que ayuda a aplacar el apetito. Beber medio vaso de leche antes de ir a dormir o entre las comidas puede ser de gran ayuda.
¿Y qué te parece satisfacer al paladar con una bola de helado con fruta natural o yogur desnatado. Además de aportar vitaminas, no te hará sumar muchas calorías y, sobre todo, esta combinación es ideal para favorecer la producción de serotonina (mejora nuestro ánimo).
Otra alternativa excelente la encontramos en las ensaladas, una de las recetas perfectas para controlar el apetito y para favorecer una dieta sana y equilibrada. Las ensaladas no solo son nutritivas, sino que son una excelente receta para perder los kilos de más. Prueba a consumir un plato de ensalada antes de la comida o de la cena y verás como te sacias antes, es decir, comes menos.
Entre una comida y otra, ¿qué hacer cuando nos asalta la tentación de comer? Hay picoteo que no engorda, solo se trata de elegir aquellos alimentos que nos ayudan a aplacar el hambre sin sumar calorías. Así, por ejemplo, la fruta seca tiene pocas calorías, siendo muy rica en nutritivas. Diferentes estudios también han constado que los frutos secos cuidan la salud y animan los platos, ayudándonos a perder peso.
Por último, no te olvides de una fruta esencial como la manzana, un aliado excepcional contra el hambre. De hecho, antes de lanzarte a comer cualquier cosa hazte la siguiente pregunta: ¿te comerías una manzana? Si la respuesta es sí, es que de verdad tienes hambre, así que dale un bocado. La manzana es rica en fibra soluble y pectina, lo que aumenta la sensación de saciedad, ayuda a regular los niveles de glucosa en la sangre. Come la manzana despacio y masticando bien, para que la sensación de saciedad dure más.
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