Sulfitos: Aditivos ¿en entredicho? Su presencia en la carne envasada para elaborar hamburguesas ha centrado en ellos la atención, los sulfitos, un tipo de aditivo alimentario (del E-220 al E-228) que se utiliza como conservante artificialy que, entre otros, permite mantener el color de los alimentos, así como evitar su oxidación y la aparición de hongos, bacterias y levaduras. Dentro de los niveles establecidos –la OMS cifra la ingesta diaria máxima en 0,7 mg por kilo de peso-, los sulfitos son seguros.
Los sulfitos, un aditivo, los podemos encontrar de forma natural (aunque en concentraciones mucho menores) en alimentos fermentados, como por ejemplo el vino, la cerveza o algunos tipos de quesos) y de forma artificial en un innumerable número de alimentos (galletas, uvas, mermeladas, frutos secos, carnes, moluscos, aperitivos…) e incluso en medicamentos y productos de cosmética. El término sulfitos incluye al dióxido de azufre (E220) y varias sales de sulfitos inorgánico –sulfito sódico (E221), sulfito ácido de sodio (E222), metabisulfito sódico (E223), metabisulfito potásico (E224), sulfito cálcico (E226), sulfito ácido de calcio (E227) y sulfito ácido de potasio (E228)-.
Los sulfitos como aditivo alimentario se utilizan como conservante para prevenir la oxidación de aceites y grasas, evitar el crecimiento de ciertas bacterias, mohos y levaduras y mantener el color original de los alimentos. De hecho, en la mayoría de los alimentos se utilizan con más de una finalidad. Por eso, se utiliza en la conservación de productos deshidratados (fruta seca, por ejemplo), vino, sidra, cerveza, zumos, y en productos cárnicos como salchichas, longanizas y hamburguesas.
La presencia de aditivos, tal y como explica la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), debe indicarse en la etiqueta del producto no porque se dude de su seguridad en las dosis estipuladas, sino porque producir reacciones alérgicas (dermatitis, urticarias, irritación gastrointestinal) y crisis asmáticas en personas sensibles al compuesto. Según la Organización Mundial de la Salud, OMS, la ingesta máxima diaria de sulfitos no debe sobrepasar los 0,7 mg por cada kilo de peso corporal. Cifra que, según los especialistas, supone la centésima parte a partir de la cual la ingesta de sulfitos puede provocar algunas reacciones, como molestias gástricas, náuseas y dolor abdominal.
Aumentar la cantidad de sulfitos aumenta el tiempo de conservación de los alimentos, pero también puede entrañar, como hemos visto, algunos riesgos para la salud. El etiquetado aporta la información necesaria para evitar los alimentos que contengan demasiados aditivos. Según subraya la AESAN, el hecho de que un aditivo tenga asignado un número E aporta las garantías de que ha pasado los controles preceptivos de seguridad y que su uso ha sido aprobado en la Unión Europea. La autorización de su uso está sujeta a que no suponga ningún riesgo para salud, no induzcan a error al consumidor y se demuestre una necesidad tecnológica suficiente o cuando el objetivo no se pueda alcanzar por otros métodos.
Otros aditivos
Junto a los sulfitos, otros aditivos que también suelen estar en el punto de mira son los nitritos, utilizados sobre todo en conservas de mariscos y quesos. Por su parte, el hidroxibenzoato de etilo es un aditivo que puede producir alergias, mientras que el ácido propiónico está presente en los productos de panadería.