¿Por qué no consigo adelgazar incluso estando a dieta? La respuesta es que no todo es cuestión de calorías, sino de metabolismo, y en concreto a la velocidad a la que trabaja nuestro organismo para absorber los nutrientes y transformar lo que comemos en energía. En el metabolismo influyen factores importantes como la edad, el tipo de alimentación y la práctica de ejercicio físico. Un estilo de vida sedentario y una alimentación desequilibrada pueden ralentizar nuestro metabolismo, haciendo que gastemos menos calorías (grasa) y, por lo tanto, nos resulte más difícil perder peso. Además hay que tener cuidado con las dietas demasiado restrictivas, ya que pueden tener un efecto adverso sobre el metabolismo haciendo que ganemos rápidamente lo que habíamos perdido tras dejar la dieta (efecto yoyo). Vamos a descubrir cuáles son las señales que nos alertan de un metabolismo lento.
Señales de metabolismo lento
Hay que señalar que el metabolismo lento puede ser un síntoma de un problema de tiroides, desequilibrio hormonal, problemas digestivos o una de las consecuencias negativas del estrés. Además, el metabolismo lento puede venir acompañado de algunas señales físicas como sequedad de la piel y del cabello, debilidad de las uñas, pérdida de concentración y sensación de frío. Otras señales de metabolismo lento son cansancio y somnolencia durante el día.
Generalmente, salvo que los síntomas sean muy evidentes, no reparamos en si nuestro metabolismo funciona correctamente, es decir, si tenemos un metabolismo lento o rápido. No lo hacemos hasta que nos ponemos a dieta para perder esos kilitos de más que hemos ganado sin darnos cuenta. Es precisamente cuando, pese a reducir las calorías que se consumen y aumentar la práctica de ejercicio físico, no se consigue bajar fácilmente de peso. Al quemar menos calorías de las previstas, el exceso tiende a acumularse, con la aparición de celulitis o de acumulación de grasas en zonas corporales donde no la teníamos.
Para revertir la situación, lo primero es conocer la causa que ralentiza el metabolismo, así como revisar la alimentación (desde los horarios a la elección de alimentos) y adoptar hábitos más saludables. También es importante revisar la hidratación, aumentando la ingesta de agua y de infusiones como té verde.
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