El metabolismo lento es, en muchas ocasiones, la respuesta al aumento de peso pese a que seguimos una dieta o vigilamos los alimentos –y sus calorías- que ingerimos. ¿Cuáles son sus síntomas?, ¿y las soluciones más eficaces? Si es nuestro caso, es decir, nuestro metabolismo se ralentiza, es momento de aplicar una serie de medidas que nos pueden ayudar a revertir la situación.
El metabolismo lento se traduce en un gasto calórico menor al normal cuando nuestro organismo está en reposo, incluso aunque comamos menos. ¿Cuáles son las consecuencias del metabolismo lento? De entrada, se quema menos grasa, con lo que ésta tiende a acumularse en determinadas zonas del cuerpo, siendo además un factor de riesgo del sobrepeso u obesidad.
Metabolismo lento: síntomas
El aumento de peso no solo provoca que ganemos peso de manera más fácil, sino que también dificulta su pérdida. Además, otro de los síntomas que puede conllevar el metabolismo lento, es sentirnos más cansadas de lo habitual. ¿Qué hacer si es nuestro caso? Aunque algunas soluciones o hábitos que nos ayudan –por ejemplo, la práctica de ejercicio-, es aconsejable visitar a un especialista en dietética y nutrición y adoptar una dieta personalizada.
Cómo acelerar el metabolismo
Tal y como hemos señalado, la dieta por sí sola no suele ser suficiente. De hecho, seguir una dieta baja en calorías puede tener el efecto contrario al deseado, ya que nuestro metabolismo puede incluso trabajar a un ritmo más lento. Por eso es importante compaginar la dieta con la práctica de ejercicio físico para quemar la grasa y evitar su acumulación. Todo ejercicio nos hace quemar calorías, aunque no es necesario realizar sobreesfuerzos en el gimnasio, ya que un ejercicio tan sencillo como andar puede ser muy efectivo. Los expertos aconsejan caminar rápido al menos 30 minutos al día y, a ser posible, por la mañana, a primera hora. Tiempo que equivale a tres horas de deporte a la semana. Subir escaleras o, en el gimnasio, andar en la cinta también son ejercicios efectivos.
En el capítulo de la dieta, es importante vigilar los alimentos que incluimos. Así, por ejemplo, debemos evitar todos aquellos alimentos con exceso de grasa. Los alimentos ricos en proteínas son los más adecuados para acelerar el metabolismo, ya que el cuerpo tarda más tiempo en digerir los alimentos y su efecto saciante dura más tiempo, con lo que evitaremos la ansiedad.
También es aconsejable consumir pocos hidratos de carbono (especialmente los de índice glucémico alto, como los dulces o azúcares) y, en la medida de lo posible, evitar combinarlos con otros carbohidratos en la misma comida. De igual manera, hay que cuidar la hidratación. Beber agua es fundamental paran nuestro organismo y para eliminar las toxinas, las cuales pueden favorecer la acumulación de grasa.
No saltarse las comidas es otra regla de oro, especialmente el desayuno. De hecho, saltarse la primera comida del día es lo peor para nuestro metabolismo. Proteínas y antioxidantes deben combinarse en el desayuno para evitar sentir hambre a media mañana, con lo que llegaremos a la siguiente comida con más apetito y, por tanto, comeremos más.
El sueño también es fundamental. De hecho, el descanso influye directamente en nuestra salud y en nuestro metabolismo. Es muy importante ajustar bien las horas de sueño-vigilia, ya que la falta de descanso aumenta la sensación de apetito.
Como hemos visto, dormir bien, realizar comidas regulares y mantenernos activos son tres factores fundamentales para activar la funcionalidad de nuestro propio metabolismo.