La dieta mediterránea tiene un duro competidor a la hora de decantarse por cuál es la dieta más saludable. Hablamos de la dieta atlántica, denominación con la que se agrupa a la alimentación originaria de los países bañados por el Océano Atlántico. Ambas están consideradas un referente en dietas saludables, cada una de ellas con sus particularidades, pero constituyendo ambas una fuente excepcional de beneficios para la salud y el bienestear. ¿Cuáles son sus principales propiedades?, ¿en qué se diferencian? Vamos a ver, más detenidamente, las claves de cada una de ellas.
Dieta mediterránea
La dieta mediterránea cuenta con el aval de la Unesco que la incluyó en su catálogo de Patrimonio Cultural de la Humanidad, un reconocimiento a uno de los perfiles dietéticos más saludables. Está considerada, entre otros beneficios constatados, como un aliado en la prevención y tratamiento de patologías cardiovasculares. Una dieta que apuesta por una serie de alimentos, tales como el aceite de oliva (por su contenido en grasa monoinsaturada), cereales (pan, arroz), frutas, verduras, legumbres y pescados. La dieta mediterránea apuesta por darle colorido a la dieta con los productos naturales, reduciendo el consumo de carne y grasas de origen animal. El vino, de manera moderada y con las comidas.
La dieta mediterránea es mucho más que un tipo de alimentación, es un estilo de vida para mejorar el bienestar y que conlleva otros hábitos saludables como el dedicar tiempo a las comidas y, siempre que sea posible, hacerlo en compañía. Como complemento, no olvides practicar ejercicio físico de manera regular y aprende a sacar provecho de los principales beneficios de la dieta mediterránea.
Dieta atlántica
Por su parte, la dieta Atlántica, como no podía ser menos, el pescado es el alimento protagonista. Pescados y mariscos deben incluirse en la dieta entre 3-4 veces a la semana, por su contenido en proteínas de alto valor biológico, ácidos grasos omega 3, vitamina D y minerales como el calcio. Al pescado se suman frutas, verduras, productos lácteos, legumbres y cereales distribuidos en 5 comidas al día. También se puede tomar carne, con moderación y en menor proporción que el pescado. Al igual que la dieta mediterránea, apuesta por la elaboración de los platos de una manera sencilla, para salvaguardar todas las propiedades de los alimentos. En cuanto a las bebidas, el agua es la fundamental, si bien también admite, por su contenido en antioxidantes, el vino, tomado con moderación y en las comidas.
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