Si no quieres dar al traste con todo el esfuerzo y la constancia que exigen las dietas de adelgazamiento, conviene aprovechar para modificar aquellos hábitos (dieta y ejercicio físico, por ejemplo) que si descuidamos pueden hacernos recuperar enseguida el peso perdido. Es lo que, comúnmente, se conoce como el efecto rebote, y que no solo se traduce en volver a ganar los kilos perdidos rápidamente, sino que en algunos casos se ganan incluso más kilos. Para conseguir estabilizarse en el peso ideal es aconsejable llevar a cabo una dieta de mantenimiento y seguir algunas recomendaciones básicas con las que lograrás no engordar sin pasar hambre.
Causas
Ponerse a dieta no se reduce solo a contar calorías y a perder peso lo más rápido posible. Para que una dieta sea efectiva debe ser equilibrada y saludable. Así, por ejemplo, se cometen algunos errores que pueden conducir directamente a ganar peso nada más dejar la dieta, como saltarse las comidas, restringir ciertos alimentos o nutrientes e, incluso, olvidarse de beber suficiente agua. Si no aprovechamos la dieta para revisar los hábitos alimenticios y, sobre todo, para adoptar otros nuevos como combinar la alimentación con ejercicio físico, será mucho más complicado mantenernos en nuestro peso ideal.
Hablando de ejercicio físico, no moverse, o no hacer ejercicio de forma regular (por ejemplo, caminar 30 minutos cada día o hacer ejercicio intenso al menos 3 veces a la semana), hará que el cuerpo empiece a almacenar grasa. El ejercicio ayuda a mantener activo el metabolismo.
Otra causa común del efecto rebote es estar siempre a dieta. Si la restricción de comida se convierte en un hábito, el resultado será que tu organismo tenderá a quemar menos grasa y a acumularla como reserva de energía para cuando la necesite. Hacer 5 comidas al día, incluyendo proteínas y verduras en todas ellas, es la mejor manera de gastar calorías y de mantener activo el metabolismo.
Cómo evitar engordar
Ya has conseguido tu objetivo y has perdido esos kilos que te sobraban ¡enhorabuena!, pero ahora es imprescindible que no descuides tu alimentación para que no vuelvas a engordar rápidamente. Para ello, es fundamental seguir una dieta sana y equilibrada, aprendiendo a comer de forma inteligente.
Dietas de mantenimiento
Hay varios tipos de dietas de mantenimiento, pero todas deben basarse en los siguientes puntos principales:
- Realizar cinco comidas al día (desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena) y olvidarse del picoteo entre horas.
- Aportar la energía necesaria al organismo, incluyendo la cantidad apropiada de hidratos de carbono, vitaminas, minerales y proteínas que el organismo necesita.
- Sustituir las bebidas con alcohol o los refrescos con gas por otras bebidas que aporten menos calorías, como zumos naturales, bebidas depurativas o infusiones (entre las infusiones más recomendadas para quemar grasa, el té verde, cola de caballo y diente de león).
- Incluir alimentos con pocas grasas y bajos en calorías y evitar los fritos y las salsas.
- Beber entre 1,5 y 2 litros de agua al día. Lo aconsejable es tomar un vaso de agua en el desayuno, otro a media mañana, 2 en la comida, uno en la merienda y 2 en la cena.
- Es importante mantener un menú variado y equilibrado, sin que tengas la sensación de estar siempre a dieta.
Menú tipo
Aquí tienes un ejemplo de menú de mantenimiento para cuidar el peso:
- Desayuno: Café o infusión, yogur desnatado con cereales.
- A media mañana: Dos kiwis.
- Comida: Pasta de tomate con salsa, lenguado a la plancha, naranja.
- Merienda: Barrita de cereales con frutos rojos y yogur desnatado para beber.
- Cena: Ensalada verde, tortilla de patata y queso bajo en grasa.
Asimismo, el ejercicio también debe ser una constante diaria en tu vida. Si te cuesta ir al gimnasio, toma nota de cómo puedes quemar calorías fácilmente y sin darte cuenta simplemente modificando algunos de tus hábitos.
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