Todas las zapatillas no son iguales, y además es muy importante hacer hincapié en que a la hora de elegir las más adecuadas para correr no hay que dejarse llevar por las modas o tendencias de temporada. La estética y la marca son, en este caso, secundarias. Es decir, hay que elegir pensando en nuestros pies y no dejándonos llevar solo por los ojos. Las zapatillas son claves para practicar ejercicio, en este caso correr, sin riesgo de lesiones. En función de la actividad física, e incluso de cómo colocamos el pie al caminar, necesitaremos un tipo de zapatilla específica. Y, por supuesto, siempre deben ser de nuestra talla y que se ajusten perfectamente a nuestro pie. ¿Cómo deben ser las zapatillas para hacer running? Vamos a ver lo que debemos tener en cuenta para practicar deporte con seguridad.
Cómo elegir las zapatillas
A la hora de elegir las zapatillas hay que tener en cuenta las siguientes características:
- Tipo de pisada: Cada uno de nosotros tiene una pisada, que puede estar encuadrada en una de las tres generales: pronador, supinador y neutro.
- Peso: Es importante tener en cuenta nuestro peso por el impacto del pie al contacto con el suelo, lo que determinará el tipo de amortiguación de las zapatillas.
- Frecuencia del entrenamiento: Las zapatillas, si entrenamos todos los días, hay que cambiarlas más a menudo. Unas zapatillas de suela espesa duran entre 1.000/1.500 km, por lo que si salimos a correr entre 2-3 veces a la semana, y durante 30-40 minutos, pueden durar un año aproximadamente.
- Lugar del entrenamiento: Si, por ejemplo, corremos sobre asfalto, necesitaremos unas zapatillas con una buena amortiguación, pero si corremos por parques o caminos debe primar la estabilidad y el buen agarre de la zapatilla. También hay que tener en cuenta el clima, ya que si por ejemplo corremos en un clima más seco necesitaremos unas zapatillas que transpiren bien.
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El diseño de una zapatilla es su carta de presentación, y esto va más allá como hemos visto de la mera estética. También hay que fijarse en los materiales y, entre otros detalles, en el grosor de la suela, la rigidez de la suela (debe ser flexible y doblarse sin esfuerzo), la forma de la suela (debe ser acorde a la forma del pie, que suele ser estrecho de atrás y ancho de adelante), el sistema de amortiguación, el empeine (debe respetar la forma del pie y ser transpirable) y el peso de la zapatilla (lo aconsejable es que no pese más de 300 gramos, de hecho, cuanto menos pesen, mejor, ya que un peso elevado aumenta el trabajo de los músculos).
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