5 gramos al día es el máximo recomendado de sal en la dieta por la Organización Mundial de la Salud (OMD). Pero, ¿cumplimos la recomendación? Lo cierto es que, en términos medios, no lo hacemos. La sal se ha convertido en un aderezo presente en la gran mayoría de los platos, si bien hay otras opciones más saludables (hierbas y especias aromáticas, por ejemplo). Abusar de la sal puede pasar factura a la salud, siendo la hipertensión uno de los trastornos más frecuentes. A la hora de controlar la cantidad de sal que incluimos en la dieta no solo hay que vigilar el uso del salero en casa, sino leer las etiquetas de los alimentos porque algunos contiene sal oculta.
Hay alimentos que, de entrada, no hubiéramos sospechado que tienen sal, pero lo cierto es que sí, como los alimentos procesados e, incluso, en algunos medicamentos. Alimentos como los cereales para desayuno, pan de molde, verduras congeladas o el jamón de york tienen sal oculta. Y no son los únicos, porque como señalan desde la OMS, casi el 70% de la sal que consumimos procede de alimentos procesados o comida rápida.
Sal oculta
Los embutidos, alimentos precocinados, sucedáneos de angulas, enlatados, snacks, patatas fritas, bollería (bollos, galletas) y salsas (en especial, la salsa de tomate o salsa de soja) integran la lista de alimentos con mayor contenido en sodio, un dato que tiene que aparecer reflejado en las etiquetas de los alimentos. Cantidad que, multiplicada por 2,5, nos da el contenido en sal de ese producto. ¿Por qué se incluye sal en estos alimentos? Fácil, porque aporta sabor y eso hace que al paladar sea más irresistible. En los alimentos envasados, por ejemplo, la sal se utiliza como conservante. También encontramos sal oculta en el queso de Burgos, sopas instantáneas o en la pizza congelada.
No se trata de prohibir, sino de incluir la sal -salvo que, por prescripción médica nos haya sido retirada de la dieta- en su justa medida para que sus efectos no sean contraproducentes para la salud. A la hora de cuidar la dieta, tan importante como la selección de alimentos es su cantidad, y la sal no es una excepción. La sal en sí no engorda, pero sí provoca retención de líquidos e hinchazón.
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