Sin duda dar un discurso de boda es toda una responsabilidad. Y es que aunque el reto es hacer un discurso que sorprenda y que resulte, en apariencia, espontáneo, hay determinadas cosas que no se deben decir. Improvisar el discurso de boda puede jugarnos una mala pasada, así que siempre es conveniente prepararlo con antelación o, al menos, tener muy claras las ideas principales para no cometer imprudencias que puedan dejarnos un mal sabor de boca. Si tememos ponernos nerviosos o trabarnos, no pasa nada por llevar escritos en una pequeña tarjeta los puntos o ideas de nuestro discurso, un pequeño guión. Generalmente los encargados de dar el esperado discurso son los padrinos, uno de ellos o los dos, pero en toda boda siempre hay alguien más que acaba lanzándose. El momento de los discursos son los postres, después de la tarta, cuando los invitados ya están más relajados, pero esto no quiere decir que debamos extendernos más de lo necesario. Es mejor ser breve, conciso y preciso, elaborando un discurso de no más de 2-3 minutos.
Que no decir en un discurso de boda
Lógicamente, si queremos captar la atención de los invitados, hay algunas cosas que no debemos decir nunca y frases que debemos evitar:
- Frases o anécdotas que resulten groseras y de mal gusto.
- Frases que aludan a detalles íntimos de la pareja.
- Frases que aludan a aspectos negativos de uno de los novios.
- Frases demasiado largas, ya que dificultan la compresión y reducen la atención de los invitados.
- Frases a medias dejando en suspenso una idea para intercalar una anécdota que nos ha venido a la mente en ese momento.
- Frases o expresiones demasiado coloquiales pueden hacer que no se entienda bien.
- Frases que aludan a situaciones que comprometan a alguno de los novios.
- Frases hechas o trilladas.
- Utilizar la frase «seré breve» para iniciar el discurso, porque eso de manera involuntaria hará que los oyentes ya están más pendientes del tiempo que del contenido.
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