Gastroenteritis infantil: tratamiento más adecuado. Si hay una cosa que a los padres nos disgusta es ver que nuestro bebé se encuentra mal y no sabemos qué hacer. En el caso de que los reyes de la casa sufran este proceso vírico, no hay que alarmase en exceso, puesto que la gastroenteritis no solamente es frecuente en los adultos sino que los pequeños también lo padecen. El modo de actuar es similar y la clave para combatirlo es la misma: rehidratación.
¿Qué es la gastroenteritis? Es la inflamación e irritación del conjunto del tracto digestivo. Las náuseas y la pérdida de apetito son los principales síntomas, seguidos de diarrea, vómito, dolores de tripa, debilidad y en ocasiones fiebre. Es un proceso vírico, altamente contagioso, que suele desaparecer en tres o cuatro días. Al igual que ocurre con los cólicos de gases, es algo muy frecuente en los pequeños.
El principal riesgo que se deriva de la gastroenteritis es la deshidratación. Por ello, es sumamente importante estar pendientes de que el bebé esté en todo momento hidratado. ¿Cómo podemos comprobarlo? Debemos observar que tenga saliva, lágrimas y que orine con normalidad. Por otro lado, también es importante que se controle al bebé, en general, por si sufre alguna alteración de otra índole como heces con sangre o decaimiento excesivo. En estos últimos casos acudiremos inmediatamente al pediatra.
La clave del tratamiento es la rehidratación y debe comenzar a hacerse desde el momento en el que sospechamos que el bebé puede sufrir gastroenteritis. Hay que ofrecerle bebidas líquidas frecuentemente (evitando refrescos y bebidas azucaradas), siempre que nos lo pida y sobre todo después de deposiciones líquidas. Como nuestro bebé perderá agua y sales minerales también es recomendable la compra de sueros (de venta en farmacias) para la reposición de los mismos y administrárselo durante aproximadamente seis horas.
Otro de los factores importantes a tener en cuenta, es que durante el proceso vírico que está atravesando el niño, no se debe suspender la toma de leche materna así como en el caso de niños un poco más mayores, es aconsejable llevar una dieta astringente a base de té (con poco azúcar), yogur, arroz, pollo, pescado, plátano, manzana, jamón jork, patata y zanahoria. Los alimentos anteriores se deben preparar cocidos únicamente. Es una dieta igual a la que usamos los adultos con la gastritis.
Todo ello, junto con reposo absoluto en casa y las atenciones de sus padres, hará que el bebé vuelva a encontrarse bien en poco tiempo.